Confidencias: de una anónimo para otro

Mañana tengo cita con mi psss, resulta que se puso de baja en febrero y desde entonces no la veo. Será la última vez porque su sustituta es horrible y a ella la han derivado a otro centro y ya no pasa consulta. Para verla tuve que escribirle un mail, busqué su correo por Internet pero fue imposible encontrarlo aunque conseguí dar con el formato estándar de los correo de la scsm y en base a eso hice todo tipo de combinaciones con su nombre y apellido y finalmente acerté :). Al poco tiempo me llamó por teléfono y me dijo que estaría bien que nos viésemos para cerrar la terapia. Tengo muchas ganas, me ha ayudado a superar algo muy importante y creo que me puede aconsejar sobre cómo desbloquearme con mi actual psicóloga.

Hoy he escrito una carta de confidencias. Una pequeña hoja en la que he plasmado algo que nunca he dicho a nadie y la he dejado en una librería de Madrid, con la intención de compartir con un anónimo algo que necesitaba decir y no me atrevo a comentar y ni siquiera a escribir aquí. He vuelto esta tarde para comprobar si alguien se había llevado mi pedacito de papel pero estaba tan escondido que allí seguía. Con la esperanza de que alguien lo viese he cogido un libro y me he quedado sentada leyendo en frente pero nadie ha pasado excepto una chica que no lo ha visto. Entonces he pensado que quizá, aunque para mi ese fuese el lugar idóneo, lo ideal sería cambiarlo, y eso he hecho. Lo he llevado a una sección bastante visitada y lo he colocado justo encima de los libros recomendados, ahí en medio, bien visible, con la intención, sí o sí, de que alguien lo cogiese. Mañana volveré a ver si ha habido suerte y he conseguido que mis confidencias de un anónimo para otro hayan sido finalmente leídas.

Creo que esta carta ha sido el primer paso para dar otros, y, hablando de cartas ahora vienen más. Ayer tuve la última cita con mi psicóloga antes de sus vacaciones. Llegué a su nueva consulta y allí me quedé, escuchando las cosas que me explicaba y sin ser capaz articular palabra cuando me preguntó: "qué tal la semana?", lo único que pude responder fue: "bien", independientemente de lo ocurrido. Cuando salí parecía animada, de hecho estaba contenta porque me iba a jugar a voley con mi hermana pero de camino empecé a sentir ansiedad y a sentirme mal por no haber podido decir ni "mu". Me puse a llorar en el metro y entonces le escribí un whatsapp diciéndole que me estaba ayudando muchísimo y que gracias a ella había conseguido superar y valorar muchas cosas pero que mi bloqueo estaba tan presente como el primer día y no veía que el cambio, por mucho que quisiese, fuera posible. Le puse también que a su vuelta trataríamos lo de mi padre y que seguramente esa fuese la última sesión, pero mi psicóloga tiene la facilidad para, no sé como, hacerme seguir andando cuando siento que no puedo dar un paso al frente. Me contestó que eso dependía de mi pero lo veríamos juntas... tácticas de psicóloga (tú decides pero yo te aconsejo :S), y luego me puso como tarea que le escribiese una carta contándole todas las cosas que me gustaría decir en consulta y no cuento. 

Veremos en septiembre yo lo voy a intentar, desde luego si algo quiero es desbloquearme y sacar lo que llevo dentro, y no me refiero solo a tema comida sino a muchas otras cosas, pero me cuesta tanto, me siento TAN, TAN, TAN, pero TAN bloqueada.

Sigo sin vómitos y estoy casi convencida de que no van a volver, simplemente por el hecho de que mi boca no lo permite y yo no voy a darle ni un solo motivo para que se deteriore más. Y de atracones ni hablar, casi no tengo, una vez cada mucho y últimamente si como de más es todo muy sano y nutritivo.

Siento que continúo adelgazando porque mi ropa me lo indica cada día un poquito. No sé que hacer porque comer, lo que es comer, como, y ya no ayuno pero quiero controlar lo que entra por mi boca, comer sano y también quiero notar que restrinjo. En este aspecto me siento algo atrapada ya que no sé muy bien como llevarlo, quiero restringir pero no ponerme enferma, es eso posible?